9/24/2007
9/19/2007
9/18/2007
Seguridad en el windsurf
1- Precauciones antes de entrar al agua
Es en este aspecto en el que más insisten los manuales de seguridad en el mar y las recomendaciones que publica Salvamento Marítimo pero, hay que decirlo, es evidente que algunos de estos consejos necesitan una revisión. Por ejemplo: “Emplee tablas con un sistema fiable de remolque situado a proa. Piense que el uso de arnés representa un ahorro considerable de fuerzas”... Cuando en realidad todos navegamos con arnés y la anilla de remolque ha desaparecido de casi todas las tablas hace como veinte años. O, “Utilice protección contra el frío (trajes isotérmicos) y emplee colores llamativos en vela, plancha y vestimenta”... El traje lo usamos todos y lo de los colores depende exclusivamente de los fabricantes... “Lleve consigo un kit con linterna, luces químicas o bengalas y algún alimento de alto poder nutritivo”... recomendación realista si vamos a hacer una larga travesía, no tanto si es para navegar en olas, y en la que, en todo caso, falta clamorosamente incluir un teléfono móvil con funda estanca y nombrar las modernas bengalas desenrollables que funcionan con pila y luz de “lead”. Después hay otras recomendaciones que, por generalistas, tampoco parecen muy útiles realmente: “Verifique las horas de las mareas y conozca las corrientes dominantes de la zona”, “Vigile la meteorología. El viento y la mar pueden cambiar bruscamente en la costa”... Otras resultan curiosas por hasta que punto parecen una predicación en el desierto: “Use un chaleco salvavidas de color vivo, llévelo permanentemente puesto. Si practica windsurf de velocidad, utilice un casco protector”... Otra es llamativa por si misma: “No se aleje de la costa más de una milla, unos mil ochocientos metros”... Como tengas un problema, ¡incluso la mitad, novecientos metros, es una burrada de distancia! Finalmente, aparecen tres recomendación fundamentales y que son de sentido común: “Tenga cuidado con el viento de tierra que puede alejarle de la costa”, “No navegue solo, hágalo en compañía e informe a alguien del lugar dónde va y de cuándo piensa regresar para que pueda dar la voz de alarma si se retrasa su llegada”, “No se haga a la mar al atardecer. Si tiene algún problema, caerá la noche y será muy difícil encontrarle. Un límite aceptable es no hacerlo antes de dos horas de la puesta del sol”.
Pues bien, entendiendo que estas recomendaciones no pueden ser todo lo concretas que nosotros nos proponemos exponer en este reportaje, lo que más llama la atención de los consejos de Salvamento Marítimo es la poca importancia que se da a nuestro gran enemigo invisible, el viento de tierra, del cual sólo se dice: “Tenga cuidado con el viento de tierra que puede alejarlo de la costa”... ¿Qué quiere decir “tenga cuidado”?, ¿cuánto cuidado debo tener?, ¿cuidado en qué sentido?... El viento de tierra es, como todos sabemos, el peligro número uno y el responsable de todos o casi todos los percances que han ocurrido haciendo windsurf. No es que te pueda alejar de la costa, es que te aleja de la costa a toda velocidad en cuanto fallas tú o tu material. Si hubiera que elegir, en caso de no tener ayuda exterior y romper el mástil, mejor estar debajo de una rompiente de tres metros con rocas en la playa y a punto de anochecer, pero con viento de mar, que a doscientos metros de una playa de arena fina y mar plato, bajo el sol deslumbrante de las doce de la mañana, pero con fuerte viento terral. Lo primero es un marrón más que contar a los amigos, lo segundo es estar en peligro de no verles nunca más.
Con viento de mar, el sentido común nos sirve a todos para decidir cuando podemos entrar o no a navegar si las olas o el viento son demasiado fuertes para nuestro nivel, sin embargo, cuando se trata de viento de tierra, el panorama siempre parece fácil, aparentemente accesible para cualquier nivel, porque el viento de tierra engaña: siempre está más flojo en la playa y da pocas muestras de lo que se puede estar formando cien o doscientos metros mar adentro. Si tienes experiencia ya sabes lo que vas a encontrar pero si eres novato, puedes caer en la trampa como un ratón. En un ejemplo real, el pasado mes de Julio, pasando el día en el pueblo de la Isleta del Moro en Almería con un fortísimo viento térmico de tierra, apareció un windsurfista dispuesto a meterse al agua. Sin arnés y con todo el material nuevo pero con la vela fatalmente aparejada, era evidente que no tenía ni idea. En este sitio, dividido por una pequeña península donde está el pueblo, puedes navegar a la derecha del pueblo o a la izquierda. A la derecha había mucho chopi, casi olas, porque la bahía está cerrada, y a la izquierda el mar estaba plano, peinado por el viento terral. Por supuesto, el windsurfista se fue directamente a la zona que le parecía más fácil, la zona plana... y menos mal que me hizo caso y se fue a la bahía. Soplaban más de treinta nudos. Hubiéramos tenido que organizar un rescate con toda seguridad.
Por tanto, dirigiéndonos especialmente a la gente que está empezando y que muchas veces no se atreve a preguntar por no quedar de novato, decirles que no naveguen cuando noten que el viento sopla desde tierra hacia el mar... Si se saltan esta recomendación, por lo menos que no lo hagan en un sitio que esté totalmente expuesto al mar abierto, que busquen el recodo de una bahía donde, aunque deriven, terminen llegando a tierra (por ejemplo, en Tarifa con Levante, si te metes en Valdevaqueros o en Casa Porro sales por la duna, pero si te metes en el Campo de Fútbol de Los Lances terminas en el Atlántico). Si también se saltan esta recomendación, por lo menos que no lo hagan en solitario... Si también se saltan esta recomendación, que hablen con la gente que está en la playa, windsurfistas o no, y comenten cuáles son sus planes para que pidan ayuda en caso de verles en apuros. Por último, en todos los casos, que lleven un teléfono móvil con funda estanca para pedir socorro en caso de necesidad.
Todas estas recomendaciones sirven también para windsurfistas expertos pero en este caso, al menos, si se quedan tirados será por rotura de material o bajada de viento, raramente por no poder volver a tierra por una subida repentina de viento. En el caso del inexperto, sin embargo, entrar con viento de tierra es asumir directamente un riesgo enorme: suba o no suba el viento, es más que probable que en cinco minutos estén derivando, sin poder ceñir, viéndose cada vez más lejos de la playa.
Como decimos, una bajada brusca del viento o una rotura de material son otros factores que nos pueden poner en peligro cuando se navega con viento de tierra y, en este caso, afectan igual a novatos y a expertos. La bajada de viento puede ser imprevisible y sobre cómo reaccionar en ese caso hablaremos más adelante. Sobre la rotura del material, algunas veces puede ser imprevisible, como en el caso del mástil o la botavara (ojo: al mínimo chasquido o ruido extraño que oigamos navegando saldremos a la playa), pero otras se puede prever revisando el equipo de vez en cuando.
Verificaciones rutinarias
Pie de mástil:
Lo primero es comprobar el estado del “tendon joint” y para ello vale con doblar éste con la mano y observar si los pases de los tornillos, normalmente ocultos, están tan dados de si que aparecen a la vista (foto). Después, puede ocurrir que, en el sistema de bala (muy cómodo y muy utilizado pero mucho menos fiable que el de cazoleta con clips), la bala se esté aflojando y quede a la vista una parte del espárrago donde va atornillada. También, en el sistema de cazoleta, puede ocurrir que la tuerca que une ésta con el tendon joint esté floja y haciendo cada vez más juego, pudiendo llegar el tornillo a desgastar la cazoleta de plástico hasta salirse con tuerca y arandela. En todos estos casos, lo mejor es llevar la pieza entera a nuestra tienda para que lo revise un profesional. Aparte de esto, nuestro consejo es tener dos pies de mástil y usarlos alternativamente, de manera que si tenemos que dejar uno a la tienda para que lo revisen, podamos seguir navegando mientras tanto (si sólo tenemos uno es más que probable que siempre lo dejemos “para mañana”, o sea, hasta que pete en el agua).
Además de esto, y como todos sabemos, el pie de mástil lleva un cabo de seguridad que une las dos partes donde va insertado el tendon joint. Este cabo es un último cartucho providencial que nos permite volver a tierra navegando tranquilamente en caso de rotura (además, si usamos un cono protector en la base, ni siquiera se marcará el puente de la tabla con el la pieza rota). Este cabo también hay que revisarlo de vez en cuando, tanto su estado como, sobre todo, que los nudos que hacen de tope no se estén aflojando.
Cabos:
Cabo del pie de mástil, cabo del cabezal de la botavara y cabo de la escota... Todos pueden ser sustituidos en el agua por un cabo de seguridad que llevaremos siempre amarrado al arnés (foto) pero no merece la pena estropear una sesión por dos euros y hay que cambiarlos cuando veamos que están empezando a despellejarse. Por supuesto, usaremos cabos de dynema o kevlar, nunca sólo de polyester.
Cabos de arnés:
Una rotura de un cabo de arnés navegando a toda velocidad puede suponer una buena contractura de espalda o algo peor. Hay que cambiarlos cuando vemos que los amarres de la botavara empiezan a dejar ver el tubo de plástico por arriba (foto).
Unión del mástil:
Es muy normal que las dos partes del mástil se desencajen unos centímetros al pasar la funda por el mástil y nos metamos a navegar así, aumentando muchísimo la posibilidad de una rotura del palo por la unión. Normalmente se nota porque la vela pide menos alargador de lo normal (ya que el mástil es así más largo) pero puede ser que no nos demos cuenta. Para verificarlo, pasaremos la mano por la unión una vez tensada la amura y comprobaremos que no se nota distancia entre las dos partes. Otra manera muy eficaz de evitar esto es unir las dos partes del palo con cinta adhesiva (foto) antes de pasarlo por la vela.
Hablando del mástil, recordemos también que siempre hay que utilizar el protector de mástil en el cierre de la botavara para evitar el desgaste rápido de la fibra en esta zona (foto).
Quilla:
A veces no hay ningún signo de deterioro y la quilla rompe espontáneamente mientras navegamos, pero puede ocurrir que veamos grietas trasversales en la base de la quilla, justo donde sale de la tabla, y esto es una aviso de que la quilla tiene los días contados. De la misma manera, un tornillo que no hemos apretado hace tiempo puede estar flojo y dejarnos en medio del mar sin quilla. Tanto los tornillos de la quilla como los de los footstraps deben ser apretados con regularidad.
Es en este aspecto en el que más insisten los manuales de seguridad en el mar y las recomendaciones que publica Salvamento Marítimo pero, hay que decirlo, es evidente que algunos de estos consejos necesitan una revisión. Por ejemplo: “Emplee tablas con un sistema fiable de remolque situado a proa. Piense que el uso de arnés representa un ahorro considerable de fuerzas”... Cuando en realidad todos navegamos con arnés y la anilla de remolque ha desaparecido de casi todas las tablas hace como veinte años. O, “Utilice protección contra el frío (trajes isotérmicos) y emplee colores llamativos en vela, plancha y vestimenta”... El traje lo usamos todos y lo de los colores depende exclusivamente de los fabricantes... “Lleve consigo un kit con linterna, luces químicas o bengalas y algún alimento de alto poder nutritivo”... recomendación realista si vamos a hacer una larga travesía, no tanto si es para navegar en olas, y en la que, en todo caso, falta clamorosamente incluir un teléfono móvil con funda estanca y nombrar las modernas bengalas desenrollables que funcionan con pila y luz de “lead”. Después hay otras recomendaciones que, por generalistas, tampoco parecen muy útiles realmente: “Verifique las horas de las mareas y conozca las corrientes dominantes de la zona”, “Vigile la meteorología. El viento y la mar pueden cambiar bruscamente en la costa”... Otras resultan curiosas por hasta que punto parecen una predicación en el desierto: “Use un chaleco salvavidas de color vivo, llévelo permanentemente puesto. Si practica windsurf de velocidad, utilice un casco protector”... Otra es llamativa por si misma: “No se aleje de la costa más de una milla, unos mil ochocientos metros”... Como tengas un problema, ¡incluso la mitad, novecientos metros, es una burrada de distancia! Finalmente, aparecen tres recomendación fundamentales y que son de sentido común: “Tenga cuidado con el viento de tierra que puede alejarle de la costa”, “No navegue solo, hágalo en compañía e informe a alguien del lugar dónde va y de cuándo piensa regresar para que pueda dar la voz de alarma si se retrasa su llegada”, “No se haga a la mar al atardecer. Si tiene algún problema, caerá la noche y será muy difícil encontrarle. Un límite aceptable es no hacerlo antes de dos horas de la puesta del sol”.
Pues bien, entendiendo que estas recomendaciones no pueden ser todo lo concretas que nosotros nos proponemos exponer en este reportaje, lo que más llama la atención de los consejos de Salvamento Marítimo es la poca importancia que se da a nuestro gran enemigo invisible, el viento de tierra, del cual sólo se dice: “Tenga cuidado con el viento de tierra que puede alejarlo de la costa”... ¿Qué quiere decir “tenga cuidado”?, ¿cuánto cuidado debo tener?, ¿cuidado en qué sentido?... El viento de tierra es, como todos sabemos, el peligro número uno y el responsable de todos o casi todos los percances que han ocurrido haciendo windsurf. No es que te pueda alejar de la costa, es que te aleja de la costa a toda velocidad en cuanto fallas tú o tu material. Si hubiera que elegir, en caso de no tener ayuda exterior y romper el mástil, mejor estar debajo de una rompiente de tres metros con rocas en la playa y a punto de anochecer, pero con viento de mar, que a doscientos metros de una playa de arena fina y mar plato, bajo el sol deslumbrante de las doce de la mañana, pero con fuerte viento terral. Lo primero es un marrón más que contar a los amigos, lo segundo es estar en peligro de no verles nunca más.
Con viento de mar, el sentido común nos sirve a todos para decidir cuando podemos entrar o no a navegar si las olas o el viento son demasiado fuertes para nuestro nivel, sin embargo, cuando se trata de viento de tierra, el panorama siempre parece fácil, aparentemente accesible para cualquier nivel, porque el viento de tierra engaña: siempre está más flojo en la playa y da pocas muestras de lo que se puede estar formando cien o doscientos metros mar adentro. Si tienes experiencia ya sabes lo que vas a encontrar pero si eres novato, puedes caer en la trampa como un ratón. En un ejemplo real, el pasado mes de Julio, pasando el día en el pueblo de la Isleta del Moro en Almería con un fortísimo viento térmico de tierra, apareció un windsurfista dispuesto a meterse al agua. Sin arnés y con todo el material nuevo pero con la vela fatalmente aparejada, era evidente que no tenía ni idea. En este sitio, dividido por una pequeña península donde está el pueblo, puedes navegar a la derecha del pueblo o a la izquierda. A la derecha había mucho chopi, casi olas, porque la bahía está cerrada, y a la izquierda el mar estaba plano, peinado por el viento terral. Por supuesto, el windsurfista se fue directamente a la zona que le parecía más fácil, la zona plana... y menos mal que me hizo caso y se fue a la bahía. Soplaban más de treinta nudos. Hubiéramos tenido que organizar un rescate con toda seguridad.
Por tanto, dirigiéndonos especialmente a la gente que está empezando y que muchas veces no se atreve a preguntar por no quedar de novato, decirles que no naveguen cuando noten que el viento sopla desde tierra hacia el mar... Si se saltan esta recomendación, por lo menos que no lo hagan en un sitio que esté totalmente expuesto al mar abierto, que busquen el recodo de una bahía donde, aunque deriven, terminen llegando a tierra (por ejemplo, en Tarifa con Levante, si te metes en Valdevaqueros o en Casa Porro sales por la duna, pero si te metes en el Campo de Fútbol de Los Lances terminas en el Atlántico). Si también se saltan esta recomendación, por lo menos que no lo hagan en solitario... Si también se saltan esta recomendación, que hablen con la gente que está en la playa, windsurfistas o no, y comenten cuáles son sus planes para que pidan ayuda en caso de verles en apuros. Por último, en todos los casos, que lleven un teléfono móvil con funda estanca para pedir socorro en caso de necesidad.
Todas estas recomendaciones sirven también para windsurfistas expertos pero en este caso, al menos, si se quedan tirados será por rotura de material o bajada de viento, raramente por no poder volver a tierra por una subida repentina de viento. En el caso del inexperto, sin embargo, entrar con viento de tierra es asumir directamente un riesgo enorme: suba o no suba el viento, es más que probable que en cinco minutos estén derivando, sin poder ceñir, viéndose cada vez más lejos de la playa.
Como decimos, una bajada brusca del viento o una rotura de material son otros factores que nos pueden poner en peligro cuando se navega con viento de tierra y, en este caso, afectan igual a novatos y a expertos. La bajada de viento puede ser imprevisible y sobre cómo reaccionar en ese caso hablaremos más adelante. Sobre la rotura del material, algunas veces puede ser imprevisible, como en el caso del mástil o la botavara (ojo: al mínimo chasquido o ruido extraño que oigamos navegando saldremos a la playa), pero otras se puede prever revisando el equipo de vez en cuando.
Verificaciones rutinarias
Pie de mástil:
Lo primero es comprobar el estado del “tendon joint” y para ello vale con doblar éste con la mano y observar si los pases de los tornillos, normalmente ocultos, están tan dados de si que aparecen a la vista (foto). Después, puede ocurrir que, en el sistema de bala (muy cómodo y muy utilizado pero mucho menos fiable que el de cazoleta con clips), la bala se esté aflojando y quede a la vista una parte del espárrago donde va atornillada. También, en el sistema de cazoleta, puede ocurrir que la tuerca que une ésta con el tendon joint esté floja y haciendo cada vez más juego, pudiendo llegar el tornillo a desgastar la cazoleta de plástico hasta salirse con tuerca y arandela. En todos estos casos, lo mejor es llevar la pieza entera a nuestra tienda para que lo revise un profesional. Aparte de esto, nuestro consejo es tener dos pies de mástil y usarlos alternativamente, de manera que si tenemos que dejar uno a la tienda para que lo revisen, podamos seguir navegando mientras tanto (si sólo tenemos uno es más que probable que siempre lo dejemos “para mañana”, o sea, hasta que pete en el agua).
Además de esto, y como todos sabemos, el pie de mástil lleva un cabo de seguridad que une las dos partes donde va insertado el tendon joint. Este cabo es un último cartucho providencial que nos permite volver a tierra navegando tranquilamente en caso de rotura (además, si usamos un cono protector en la base, ni siquiera se marcará el puente de la tabla con el la pieza rota). Este cabo también hay que revisarlo de vez en cuando, tanto su estado como, sobre todo, que los nudos que hacen de tope no se estén aflojando.
Cabos:
Cabo del pie de mástil, cabo del cabezal de la botavara y cabo de la escota... Todos pueden ser sustituidos en el agua por un cabo de seguridad que llevaremos siempre amarrado al arnés (foto) pero no merece la pena estropear una sesión por dos euros y hay que cambiarlos cuando veamos que están empezando a despellejarse. Por supuesto, usaremos cabos de dynema o kevlar, nunca sólo de polyester.
Cabos de arnés:
Una rotura de un cabo de arnés navegando a toda velocidad puede suponer una buena contractura de espalda o algo peor. Hay que cambiarlos cuando vemos que los amarres de la botavara empiezan a dejar ver el tubo de plástico por arriba (foto).
Unión del mástil:
Es muy normal que las dos partes del mástil se desencajen unos centímetros al pasar la funda por el mástil y nos metamos a navegar así, aumentando muchísimo la posibilidad de una rotura del palo por la unión. Normalmente se nota porque la vela pide menos alargador de lo normal (ya que el mástil es así más largo) pero puede ser que no nos demos cuenta. Para verificarlo, pasaremos la mano por la unión una vez tensada la amura y comprobaremos que no se nota distancia entre las dos partes. Otra manera muy eficaz de evitar esto es unir las dos partes del palo con cinta adhesiva (foto) antes de pasarlo por la vela.
Hablando del mástil, recordemos también que siempre hay que utilizar el protector de mástil en el cierre de la botavara para evitar el desgaste rápido de la fibra en esta zona (foto).
Quilla:
A veces no hay ningún signo de deterioro y la quilla rompe espontáneamente mientras navegamos, pero puede ocurrir que veamos grietas trasversales en la base de la quilla, justo donde sale de la tabla, y esto es una aviso de que la quilla tiene los días contados. De la misma manera, un tornillo que no hemos apretado hace tiempo puede estar flojo y dejarnos en medio del mar sin quilla. Tanto los tornillos de la quilla como los de los footstraps deben ser apretados con regularidad.
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