8/18/2007

Seguridad en el windsurf

Poco nivel y viento de tierra, mezcla explosiva
por Francisco Pérez

Cabo de Gata, Julio del 94, viento de tierra. Al llegar a la playa la cosa está bastante fuerte para ser verano. Monto 4.7 metros y tabla de olas de 74 litros. Después de una hora de navegación el viento ha subido para 4 metros. Salgo a cambiar la vela y en esto que llega un grupo de windsurfistas que no suelen frecuentar la zona, sólo conocía a uno. Nos saludamos, preguntan por el viento y la respuesta consiguiente: “Con el mar plano no parece tanto pero está muy fuerte”... pero observo que montan 4.7 y 5.5 metros. Como nos sabes el nivel de la gente, lo más prudente es callar y observar.
Efectivamente, después de ver como navegan veo que se alejan bastante de la costa y que las catapultas son de campeonato. Pero, pasado un rato, observo desde mi tabla que uno de ellos (4.7 metros, el que yo conocía) se ha alejado bastante de la costa y que cuando va hacer el waterstart sale disparado del agua. Sigo navegando a la espera de ver alguna reacción por parte de sus compañeros de navegación, está casi a un kilómetro de la costa. Como no veo ningún movimiento me acerco a ellos y les digo que si son conscientes de donde está su amigo y que lo va a tener complicado para salir. La respuesta es un poco paradójica: sí, parece que está en apuros pero todos quietos como estatuas.
Visto el panorama, entre unos cuantos de los habituales organizamos el rescate: “Tú ve y busca un barco pesquero, tú llama a la Guardia Civil por si esto se pone feo y yo me voy con la tabla a ver si puedo ayudarle en algo”. Me monto en la tabla y me tiro al largo en busca del windsurfista. Las condiciones a trescientos metros de la orilla ya no son tan planas y empieza a ser imprescindible cierto control de la tabla. Después de unos cinco o seis largos llego al lado del “náufrago”. Por el camino pensé en darme la vuelta a tierra ya que impresiona meterse solo ahí dentro.
El panorama es bastante imponente: un chopi de un metro con una distancia entre olas de dos metros, rachas de viento que arrancan el agua, el pueblo de Cabo de Gata se ve tamaño miniatura y, lo que más me impresionó, la cara aterrorizada del windsurfista. Recuerdo perfectamente cómo me decia: “Gracias, gracias que has llegado, lo estoy pasando mal, estaba a punto de soltar la vela y venirme con la tabla”. Le tranquilizo y le digo que viene un barco de camino. Le digo que si quiere probar con mi material y me dice que vale. Lo intenta un par de veces pero el cansancio que tiene acumulado hace que al avanzar unos metros con el super chopi y la rachas sea imposible. Me uno a él y le digo que esperaremos a que venga el barco. Momentos de nervios ya que sólo hay agua a nuestro alrededor. Me subo en la tabla y al fin veo venir el barco. Se acerca a nosotros, le desmonto la vela y para tierra. Todavía recuerdo que cuando me monté en la tabla para hacer la ceñida de vuelta le pedí a Dios que no pasase nada. Después de unos cuarenta minutos llegué a tierra. La cara de alegría se me mezclaba con la del miedo que había pasado ahí fuera.

El día después: el náufrago dejó el windsurf después de la experiencia. Diez años más tarde, en la misma playa y en un caso similar, perdimos para siempre a un compañero ya que, entre otros hechos, el barco que fue a buscarlo era demasiado pequeño y le entraba agua por la popa a cada ola de chopi. Mi reflexión: nunca subestimes el mar y al más mínimo problema pon en marcha todo el sistema de rescate, porque quinientos metros más de deriva pueden suponer una vida.

2- Windsurfista a la deriva... ¡900 202 202!
Las recomendaciones de Salvamento Marítimo no dejan lugar a dudas a este respecto: “En caso de rotura o accidente no abandone nunca su tabla intentando ganar la playa o costa a nado. No sobrestime sus fuerzas. Desde la tabla haga señales subiendo los brazos extendidos”. “En caso de avistar desde tierra a un windsurfista en apuros, no dude en llamar al teléfono de emergencias marítimas: 900 202 202”. En este aspecto, y especialmente si el viento es de tierra, sólo cabe repetir la expresión utilizada por Salvamento Marítimo: “no dude en llamar”... Esta duda en llamar al 900 202 202 y al 112 inmediatamente, antes de intentar ninguna otra cosa, ha supuesto la perdida de más de una vida. Increíble pero cierto. El siguiente paso es de sentido común: alguien permanecerá siguiendo en todo momento al windsurfista en apuros con prismáticos desde un punto alto y se intentará buscar un barco o moto de agua para hacer un rescate inmediato por nuestra cuenta... Hasta aquí está claro lo que hay que hacer pero, ¿qué pasa si no hay barco, el rescate no llega y se está haciendo tarde?, ¿nos quedamos en la playa mirando como desaparece el windsurfista?... Si el problema viene de una bajada brusca del viento, no está en nuestra mano ir hasta donde está el náufrago pero si se trata de una rotura de material está claro que hay que llevarle inmediatamente un mástil, una botavara o la pieza de recambio necesaria siguiendo los métodos que se indican más adelante. Si se trata, como ocurre casi siempre, de un novato que no es capaz de ceñir hacia tierra... Este es el caso más grave y, como decimos, más habitual, pero sobre el que no hay normas escritas. Con viento suave y material grande es posible remolcar con un cabo al náufrago tumbado sobre su tabla después de abandonar su aparejo y, por supuesto, tomando un rumbo de través hacia cualquier punto de la costa, no en ceñida hasta los coches. En caso de viento fuerte es imposible remolcar a alguien con una tabla de windsurf. Intentarlo sólo supondrá gastar tiempo y energías... Si alguien se mete en el agua para tranquilizar al náufrago y facilitar su localización es posible que al cabo de un rato haya dos náufragos en vez de uno, está claro, pero la realidad es que este gesto ha servido para salvar vidas en ocasiones y cada uno deberá decidir en función de su intuición: no es lo mismo meterse en mar totalmente abierto con temporal de tierra que entrar, como hacemos otras veces, con buen viento “side off” (de tierra y ligeramente de lado) en una bahía grande pero que cierra parcialmente, aunque sea a varios kilómetros. Por supuesto, iremos siempre con un teléfono móvil y con el equipo en perfectas condiciones.
A continuación explicamos cuáles son las maneras de transportar diferentes piezas del equipo, técnicas que pueden ser útiles para ayudar a alguien que ha roto algo, ya sea para poder regresar a la playa con viento de tierra o para evitar salir por las rocas si estamos navegando en un spot de difícil entrada y salida.
Transportar una tabla
En caso de rotura brusca del pie de mástil es muy fácil que la tabla se nos escape de las manos. Ante esta situación, cualquiera que esté navegando en la zona puede recogerla y llevarla hasta donde está el náufrago nadando junto a su aparejo. Para ello, basta con agrandar al máximo el footstrap trasero de la tabla y, pasando el brazo trasero por él, agarrar la botavara y hacer waterstart como normalmente. Una vez planeando con el arnés enchufado (más fácil de lo que puede parecer) podemos soltar la mano trasera y agarrar el canto contrario de la tabla para presionarla contra el cuerpo (foto derecha) y controlarla mejor. Si hay que hacer un cambio de bordo, simplemente nos dejamos caer suavemente, colocamos nuestra tabla y vela en el nuevo rumbo y repetimos la operación.
Transportar una botavara
Puede ser útil para llevar una botavara de recambio a alguien que ha roto la suya navegando. Simplemente, enfilamos la botavara por arriba de nuestro aparejo, hasta que se apoye en nuestra botavara. Este método es mucho más sencillo y eficaz que ponerse la botavara en bandolera.
Transportar una vela
Se trata de enrollar la vela lo mejor que podamos y, después de haberla asegurado con el “strap on” elástico o con un cabo de seguridad, llevarla o bien entre los brazos igual que si lleváramos unas ramas para hacer un hoguera, (foto 1) o sobre nuestra tabla, colocándola a barlovento del pie de mástil y asegurándola con los pies haciendo tijera (foto 1).
Transportar un mástil
Puede ser útil para llevar uno o una parte de recambio a alguien que ha roto el suyo. Si se trata de un mástil fino, pasaremos las dos partes por uno de los footstraps delanteros, previamente agrandado, y aseguraremos el conjunto con un cabo en el pie de mástil. Si se trata de un mástil normal, pasaremos una pieza por cada uno de los footstraps delanteros y los aseguraremos entre si en la zona del pie de mástil.
Transportar un aparejo entero
Es la manera de ayudar a alguien que, por accidente, no puede continuar navegando y sólo puede salir remando. Este método, aparatoso a primera vista, funciona perfectamente y no da ningún problema al navegar, incluso en ceñida. Se trata de enfilar el aparejo sobre el nuestro, pasando la botavara del aparejo a transportar por arriba, hasta que apoye en la nuestra o no baje más, y asegurándolo abajo, a nuestro pie de mástil, con su cabo de pie de mástil. Lógicamente, habiendo pensado primero qué rumbo vamos a coger para llegar a tierra, colocaremos el aparejo de manera que la vela transportada quede por detrás, a sotavento, de la nuestra.


http://www.windandfly.com/tecnica/070330133830

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