5/05/2008

El deportista valenciano, junto con otros cinco compañeros, ha recorrido 350 kilómetros por Laponia en snowkite, recogiendo pruebas de los estragos de


Pepe carratalá practicante de snowkite

prueba superada. ¿Ha salido su aventura como estaba planeada?
-Sí, lo hemos logrado. Se ha seguido la ruta marcada inicialmente, desde el mar de Alta en Noruega hasta llegar al de Barents en Finlandia. En total, unos 350 kilómetros de travesía por la región que se conoce como Laponia practicando snowkite. Nos ha costado 14 días.


-Si tuviera que definir la experiencia en una frase, ¿cómo lo haría?
-Un auténtico espectáculo. Cada día allí era muy especial, descubríamos algo nuevo.


-Después de esta aventura, ¿conocerá la gente más el deporte del snowkite?
-El problema del snowkite es la necesidad de nieve. Aquí en Valencia, como tenemos mar, triunfa más su disciplina hermana, el kitesurf. Pero en Europa central se practica mucho más el snowkite. Aunque en esencia es lo mismo: una tabla empujada por una cometa gracias a la fuerza del viento, ya sea deslizándose sobre la nieve o sobre el agua.


-Uno de los momentos clave de la expedición fue cuando se reunieron con el pueblo sami. ¿Cómo vive esta antigua comunidad?
-La comunidad sami la integran los nativos del círculo polar ártico, en su parte europea. Con ellos estuvimos un par de días y pudimos conocer mejor su cultura y su modo de vida. Es alucinante ver cómo han conseguido salir adelante en aquellas extremas condiciones climáticas para la vida humana, donde el día a día es muy complicado.


-Uno de los objetivos principales de la expedición era que el parlamento sami les contaran cómo les está afectando a ellos el cambio climático. ¿Pudieron conocer al gobierno autóctono?
-Sí, nos reunimos con el parlamento sami y con un político de la zona. Nos comentaron cómo les está afectando allí el cambio climático. Los samis viven en el interior, es una zona rural y principalmente subsisten gracias a sus cosechas. La falta de agua este año ha echado a perder la producción y les está obligando a cambiar en buena parte su estilo y forma de vida tradicional.


-¿Qué es lo que más le sorprendió de esta antigua cultura?
-Que en su vocabulario no existe la palabra asesinato ni cárcel. Creo que es algo que ya de por sí les define y dice mucho de ellos.


-¿Se tiene prevista la difusión de la aventura por televisión?
-Sí, esa es nuestra idea, se va a hacer un documental. Con nosotros viajaba un cámara de televisión que ha recogido cada momento de la travesía. Esperemos que pronto se pueda ver.


-¿Ha resultado el snowkite una buena manera de viajar?
-Sí, y más para nosotros, que nos encanta el kite (cometa). Ya sea por agua, por nieve o hielo, nos atrae mucho. Además, es un transporte muy ecológico, que permite recorrer gran cantidad de kilómetros siempre y cuando el viento acompañe.


-¿Cuántos kilómetros diarios llegaron a recorrer?
-Con viento a favor, hasta 50 kilómetros diarios. Pero había también jornadas en las que no hacíamos más de diez, porque esto depende del viento. Es como un velero.


-¿Fue la climatología muy dura?
-No, realmente no. Hay que tener en cuenta que es primavera, incluso en Laponia. No tuvimos ventiscas, ni fuertes nevadas. Lo único, temperaturas bajas, sobre todo por la noche.


-¿Y lo pasaban mal por las noches con el frío en las tiendas?
-El equipo que llevábamos estaba preparado. Lo que sufres es la incomodidad de tener que hacer todo con guantes. Respecto del frío, la noche más helada se llegó a estar a 20 grados bajo cero.


-¿Hubo algún día durante la travesía en que pensaran en darse por vencidos y abandonar?
-En toda travesía, y más en una de estas características, siempre hay malos ratos. Y todos tuvimos algún día duro, pero conseguimos salir adelante y continuar. En este tipo de experiencias hay realmente un 10% de físico y un 90% de psicológico. Comer todos los días espaguetis de sobre es muy duro (ríe).


-¿Era la primera vez que hacían una travesía así?
-Sí, tan larga era la primera, aunque las habíamos hecho más cortas. De hecho, es la primera que se hace en España.


-¿Hubo alguna situación crítica durante la travesía?
-El único problema que tuvimos fue cuando una cometa se enganchó en un poste eléctrico. Ha sido el momento más crítico, pero por suerte no pasó nada.


-¿Y lo más agradable?
-Sin duda, los paisajes que pudimos contemplar. Ahora en Finlandia no llega hacerse de noche, el cielo es como una puesta de sol permanente, realmente precioso.


- Uno de los momentos más espectaculares se produjo cuando vieron el famoso cangrejo real noruego. ¿Cómo fue?
-Tuvimos la suerte en Kirkenes de poder verlo y comerlo. Son impresionantes, pesan 10 o 12 kilos, alguno incluso más. Fue el día que mejor comimos (ríe). Además, el pescador que nos lo pescó nos comentó que este año el fiordo donde vive sólo había tenido 15 centímetros de espesor en invierno, cuando lo normal es un metro.


-¿Recogieron pruebas del cambio climático?
-Sí, y por suerte nos pudimos reunir con Thomas, del Secretariado de Barents. Él nos contó cómo en pocos años el Polo Norte desaparecerá durante el verano y, cuando desaparezca, el problema será que el nivel del océano subirá. Y eso va a desequilibrar toda la fauna de la región.


-¿Cree que concienciarán a alguien sobre la realidad del cambio climático?
-Esa es la idea. Convenciendo aunque sea a uno ya vale la pena para nosotros. Hemos podido comprobar que el cambio climático es letal.


-¿Qué ha significado la experiencia a nivel personal?
-A nivel personal es una aventura muy bonita. Por un lado, deportivamente es todo un reto, y por otro, la hemos afrontado para un fin muy loable. Hacer el deporte que te gusta y ayudar al bien común es increíble.


-¿Habrá futuros nuevos retos para ustedes?
-Seguro, y más después de haber tenido éxito en esta aventura. Pero ahora necesitamos descansar un tiempo. En un futuro, seguro que volvemos a pensar en otra experiencia así.

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